La lucha contra el hambre se ha transformado en una de las principales metas de los países de la región, impulsándose un trabajo regional que se adiciona a acciones nacionales que buscan asegurar la Seguridad Alimentaria y Nutricional (SAN) de toda la población.
En esta senda, los trabajos realizados para comprender los procesos que habilitan u obstaculizan el logro de la SAN asignan un lugar particular a la Agricultura Familiar, Campesina e Indígena en el entendido de que este sector privilegia la producción de alimentos, a la vez que es parte fundamental de la generación de empleo de mano de obra rural y de ocupación de los territorios agropecuarios.
Las orientaciones de la REAF – MERCOSUR, del Grupo de Trabajo por el adelanto de las mujeres de CELAC, en el diseño de una Estrategia de Género para la implementación del Plan SAN – CELAC en los países de la América Latina y el Caribe, apoyados por la FAO, otorgan un lugar destacado al sector, vinculando estrechamente el desarrollo rural y agropecuario con énfasis en la Agricultura Familiar, en la lucha contra el hambre.
En América Latina y el Caribe, la población rural asciende a cerca de 121 millones de personas, quienes representan aproximadamente el 20% de la población total. De ellas, el 48% son mujeres (59 millones) y cerca del 10% pertenecen a pueblos indígenas y afro-descendientes. De cara al logro de las metas fijadas en términos de la SAN para la región, se destaca que las mujeres rurales desempeñan un papel importante en la preservación de la biodiversidad a través de la conservación de las semillas, en la recuperación de prácticas agroecológicas y en garantizar la soberanía y seguridad alimentaria desde la producción de alimentos saludables (FAO, 2011).
A pesar de ello, las mujeres rurales continúan viviendo en una situación de desigualdad social y política, la cual se expresa fuertemente en la dimensión económica a través de menos derecho a la tenencia (acceso, uso y transferencia) y herencia de la tierra, aspecto que sigue siendo un desafío en la región. Asimismo se han constatado sistemáticas brechas de acceso a la Asistencia Técnica y Extensión Rural, al crédito y a las políticas públicas de apoyo a la producción. De esta manera la desigualdad de género limita el empoderamiento y desarrollo de la autonomía económica y productiva de las mujeres, aspecto considerado como condición necesaria para erradicar la pobreza y el hambre en la región (FAO, 2011).
En ese marco, este evento paralelo «Mujeres Rurales, autonomía económica y seguridad alimentaria» propone la realización de una revisión de las estrategias regionales, subregionales y nacionales propuestas impulsadas en el país anfitrión que se orientan al acceso de las mujeres rurales a los recursos productivos a la consecución de su autonomía económica; evidencian la estrecha relación entre estas propuestas y la consecución de logros en la lucha contra el hambre.